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la información en colores y coméntalas.
1.- Gramática
2.- Expresiones coloquiales.
3.- Significado interesante.
4.- Referentes socio-políticos-culturales.
Preguntas
para la opinión, oral o escrita:
1.- ¿Cómo ves España desde fuera, qué dicen los
medios de comunicación de tu país?
2.- ¿Influye FACEBOOK en tus opiniones? ¿Te has
sentido abducido-a?
3.- ¿Cuál es el mensaje del periodista Luis Ventoso?
Facebook ha
probado que el mal rollo
es contagioso, y algo de eso ocurre aquí
FACEBOOK,
que guarda trazas de Gran
Hermano que todo lo fisga, utilizó hace dos años a miles de sus usuarios
como conejillos de indias, lo cual ha generado un justo escándalo. La compañía
de Mark Zuckerberg, asesorada por dos universidades, llevó a cabo un enorme
trabajo de campo para estudiar cómo influyen los mensajes positivos y negativos
en nuestra forma de ver el mundo. Sin que ellos lo supiesen, Facebook eligió a 700.000 de sus
abonados y en enero del 2012 comenzó a bombardear a la mitad con asertos optimistas y a la otra mitad con
expresiones pesimistas. Lo que sucedió es harto interesante. Quienes recibieron las dosis de
mal rollo se tornaron más negativos en sus comunicaciones con sus amigos. En el
caso del «buenrrollismo»
sucedió exactamente lo contrario: las personas sometidas a mensajes alentadores
se volvieron más optimistas.
Por
un azar del destino, en días pasados cené con tres personas, una española, una
canadiense y una australiana. Por pura cortesía, sin demasiado interés real y
más bien por amenizar la velada, las extranjeras nos preguntaron qué tal iba la economía en
España. Viniéndose arriba, mi compatriota española comenzó a desgranar con elocuencia latina como está el patio. Tras escuchar su perorata, la
conclusión es que España viene a ser una mezcla de Afganistán y Guatemala, y
con esa idea se quedaron las
guiris. Como aperitivo, la española les explicó que aquí sufrimos un tsunami de desahucios con
proporciones de plaga bíblica.
De ahí pasamos a la
educación pública, a su juicio en vías de extinción tras los recortes. La sanidad se ha tornado tercermundista, con esperas interminables
que a veces se traducen en fallecimientos. Los jóvenes huyen por millares buscando un futuro
en el extranjero. Miles y
miles de niños están pasando hambre este verano, porque han cerrado la
escuelas públicas. Las calles se encuentran atestadas de “homeless” que vagan sin rumbo. Los negocios
cierran en cascada. Tal
fue el cuadro de
nuestra paisana, a la que solo le faltó añadir que el incienso del botafumeiro de Santiago
es radiactivo; que el
Museo del Prado es un muermo y que Plácido
Domingo canturrea
en playback.
Entre el paraíso macroeconómico de
De Guindos y Montoro, donde ya rebosan la leche y la miel, y el apocalipsis de la Cuarta y la Sexta,
que sin duda había
abducido a mi interlocutora, debe existir un razonable término medio.
España ha padecido
el crack del ladrillo, su principal industria, y el pinchazo de la mitad de su
banca (las cajas). La
resaca todavía escuece:
el paro juvenil
ofende; los salarios
han menguado, el
crédito no fluye
al debido ritmo, más de un millón de familias pasan terribles estrecheces...
Pero lo honesto es reconocer también que viajando por España este verano se ven
bares atestados,
familias que han salido de vacaciones, locales comerciales recién abiertos.
Movimiento. El consumo ha
repuntado, la economía crecerá este año casi un 2 %, mientras Francia se
frena en seco e Italia no arranca; la recaudación de Hacienda aumenta. Al
Gobierno hay que exigirle más y mejor. Pero permitir que tres cadenas de
televisión de capital extranjero nos hundan en la depresión colectiva por un móvil puramente crematístico se llama hacer el pánfilo.
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