lunes, 21 de julio de 2014

ELE C1-C2. Artículo de opinión























LA OPINIÓN DE LUIS VENTOSO

Observa la información en colores y coméntalas.

1.- Gramática
2.- Expresiones coloquiales.
3.- Significado interesante.
4.- Referentes socio-políticos-culturales.

Preguntas para la opinión, oral o escrita:

1.- ¿Cómo ves España desde fuera, qué dicen los medios de comunicación de tu país?
2.- ¿Influye FACEBOOK en tus opiniones? ¿Te has sentido abducido-a?
3.- ¿Cuál es el mensaje del periodista Luis Ventoso?



Facebook ha probado que el mal rollo es contagioso, y algo de eso ocurre aquí
FACEBOOK, que guarda trazas de Gran Hermano que todo lo fisga, utilizó hace dos años a miles de sus usuarios como conejillos de indias, lo cual ha generado un justo escándalo. La compañía de Mark Zuckerberg, asesorada por dos universidades, llevó a cabo un enorme trabajo de campo para estudiar cómo influyen los mensajes positivos y negativos en nuestra forma de ver el mundo. Sin que ellos lo supiesen, Facebook eligió a 700.000 de sus abonados y en enero del 2012 comenzó a bombardear a la mitad con asertos optimistas y a la otra mitad con expresiones pesimistas. Lo que sucedió es harto interesante. Quienes recibieron las dosis de mal rollo se tornaron más negativos en sus comunicaciones con sus amigos. En el caso del «buenrrollismo» sucedió exactamente lo contrario: las personas sometidas a mensajes alentadores se volvieron más optimistas.
Por un azar del destino, en días pasados cené con tres personas, una española, una canadiense y una australiana. Por pura cortesía, sin demasiado interés real y más bien por amenizar la velada, las extranjeras nos preguntaron qué tal iba la economía en España. Viniéndose arriba, mi compatriota española comenzó a desgranar con elocuencia latina como está el patio. Tras escuchar su perorata, la conclusión es que España viene a ser una mezcla de Afganistán y Guatemala, y con esa idea se quedaron las guiris. Como aperitivo, la española les explicó que aquí sufrimos un tsunami de desahucios con proporciones de plaga bíblica. De ahí pasamos a la educación pública, a su juicio en vías de extinción tras los recortes. La sanidad se ha tornado tercermundista, con esperas interminables que a veces se traducen en fallecimientos. Los jóvenes huyen por millares buscando un futuro en el extranjero. Miles y miles de niños están pasando hambre este verano, porque han cerrado la escuelas públicas. Las calles se encuentran atestadas de “homeless” que vagan sin rumbo. Los negocios cierran en cascada. Tal fue el cuadro de nuestra paisana, a la que solo le faltó añadir que el incienso del botafumeiro de Santiago es radiactivo; que el Museo del Prado es un muermo y que Plácido Domingo canturrea en playback.

Entre el paraíso macroeconómico de De Guindos y Montoro, donde ya rebosan la leche y la miel, y el apocalipsis de la Cuarta y la Sexta, que sin duda había abducido a mi interlocutora, debe existir un razonable término medio. España ha padecido el crack del ladrillo, su principal industria, y el pinchazo de la mitad de su banca (las cajas). La resaca todavía escuece: el paro juvenil ofende; los salarios han menguado, el crédito no fluye al debido ritmo, más de un millón de familias pasan terribles estrecheces... Pero lo honesto es reconocer también que viajando por España este verano se ven bares atestados, familias que han salido de vacaciones, locales comerciales recién abiertos. Movimiento. El consumo ha repuntado, la economía crecerá este año casi un 2 %, mientras Francia se frena en seco e Italia no arranca; la recaudación de Hacienda aumenta. Al Gobierno hay que exigirle más y mejor. Pero permitir que tres cadenas de televisión de capital extranjero nos hundan en la depresión colectiva por un móvil puramente crematístico se llama hacer el pánfilo.

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